Los campeones tienen la curiosidad de un niño y tienden a acercarse al mundo con una mentalidad que dice, ‘enséñame.’
Steve Siebold
(177 Mental Toughness Secrets of the World Class)
Tan pronto escucho la palabra fracasar me viene a la mente la época escolar. Cuando era muy común pensar y relacionar el fracaso con quedarse de año y convertirte en un fracasado. Ahora que soy madre y mis tres hijos están en la escuela, puedo sentir muy de cerca la importancia de no repetir un año escolar.
Como madre también se la importancia de enseñarles que un fracaso no es lo que determina quienes somos ni a donde podemos llegar. Si bien es cierto un fracaso puede llamar nuestra atención y detenernos, lo importante es ¿qué hacemos con ese fracaso? Es decir, podemos solucionarlo o podemos buscar culpables.
Si nos concentramos en buscar culpables, entonces el fracaso es malo, porque no nos dimos la oportunidad de aprender y encontrar que debemos mejorar para la próxima vez. A la vez le enseñamos a nuestros hijos a temerle al fracaso, a no querer equivocarse.
Lo raro de tenerle miedo a equivocarse es que, lo queramos o no todos nos equivocamos porque no somos perfectos y NUNCA seremos perfectos. Es decir, que estamos enseñándole a nuestros hijos a tenerle miedo a hacer cosas nuevas o diferentes, porque cuando estamos aprendiendo algo es más probable que nos equivoquemos.
¿Qué pasa si intentamos solucionarlo? Es decir, en vez de buscar culpables, intentamos encontrar que podemos hacer para mejorar. Que tal, si en vez de castigar a nuestros hijos por una mala nota, le enseñamos a corregir lo que estuvo mal o a aprender lo que no aprendieron.
Hace unas noches atrás, esperando que mi esposo llegara empecé a ver una película “De la calle a Harvard la vida de Liz Murray.” Al día siguiente me senté junto a mis hijos a ver la misma película, hay un par de escenas fuertes, porque me pareció una forma de enseñarles lo que Liz pudo lograr aun cuando tenía muchos factores en su contra, hija de padres drogadictos, con SIDA y como dice el titulo viviendo en la calle.
Después de la muerte de su Madre, Liz decide volver a la escuela y en su primera asignación obtuvo una calificación de A-. Aunque era una buena calificación, Liz se acerco a su profesor y le pregunto que tenía que hacer para convertir esta A- en una A. Por supuesto, como yo ya sabía que venía esta parte les dije a mis hijos que prestaran atención.
Al final de la película cuando Liz se gana la beca para estudiar en Harvard, mis hijos me preguntaron cómo fue que ella pudo hacer esto. Entonces les recordé, que Liz no se conformo con la A-, que ella entendió que solo dependía de ella el seguir mejorando y seguir esforzándose. A pesar de que las condiciones en las que vivía no fueron buenas, Liz es un ejemplo de cómo convertir un fracaso en una victoria.
Se que mis hijos no entendieron toda la película y me toco explicar muchas partes, pero el mensaje principal quedo claro. Aproveche para hablarle de las drogas y de las personas que viven en la calle.
Sé que mis hijos aun están pequeños, me falta mucho camino por recorrer, pero siento que el aprender del fracaso, de los errores es algo que debemos enseñarles desde pequeños. Nuestros hijos deben comprender que a veces lo queramos o no los resultados obtenidos pueden no ser los mejores. Como padres debemos enseñarle la importancia de levantarse una y otra vez y dar el 100%. No es una tarea fácil, pero siento que es una tarea que puede cambiar la vida de nuestros hijos.
La práctica no te hace perfecto, pero sí crea un desempeño consistente.
Steve Siebold
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